La Comunión Eucaristica

La Comunión Eucarística

En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están «contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero».

Por esto, para recibir a Jesucristo en la Comunión eucarística es necesario estar bautizado y hallarse en estado de gracia, después de haber recibido el sacramento de la reconciliación. Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente, es decir, de haber ofendido a Dios en materia grave, con plena advertencia, no debe acercarse a la Eucaristía sin pedir perdón y haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia.

Para obtener la indulgencia plenaria debe recibirse la comunión eucarística en el mismo día en que quiera ganarse la indulgencia.

Después de comulgar, es aconsejable dedicar unos minutos para dar gracias a Jesús por su presencia real en nuestras almas. Es un detalle de respeto y, sobre todo, de amor: de nuestro amor a Jesús. Aprovecha que está dentro de ti para contarle interiormente todas tus preocupaciones, para darle gracias por los dones que has recibido y, muy especialmente, porque has podido recibirle.